miércoles, 6 de junio de 2012

Intervenciones escénicas al espacio público. Primera etapa.

En mis recuerdos de pequeño, están los bosques talados y las zanjas que se abrieron para que llegáramos a vivir a este nuevo  barrio, aún me tocó jugar a "las guerritas" en los charcos que se hacían en aquellos abismos que cimentaron la casa; años después ya no hubo espacio e ibamos a los escampados de Santa Fe a volar papalotes con papá. Pronto desfilaron frente a la avenida las maquinas que inauguraron los primeros abismos en los que se posan los actuales rascacielos de la gran ciudad Santa Fe, cables y concreto, encerrados en cristales que a diario miran las bardas inconclusas de estos otros cerros.

De Guadalajara volvimos con Coatlícue a DF, revividos por la experiencia de la muerte en los ojos de los otros, movidos por la increíble visión de cientos de cámaras mirando al mismo rostro, pero casi ningún rostro desprotegido de mirar a través de la pantalla de un teléfono celular. Ella tenía que acercarse con su red, accionar sobre algún observador, para que una vez más fueran los otros los que imaginaran que significaba ese largo sorber al pecho del intervenido o cuando ella escupe al piso lo absorbido.

Muerte veían en Doña Coatlícue 2.0, muerte que no era mas que el reflejo de sus propias visiones de espectador, te recuerdo que para entonces yo ni siquiera había visto ni construido el rostro de esta diosa, así que eran ellos, los transeuntes, los que mostraron en sus miradas quién era el ser que emergía sobre la máscara plateada.

Pasaron el fin de semestre, los fríos y tal vez un par de meses para que Doña Coatlícue 2.0 volviera a salir a jugar a la calle. Centro Histórico de la Ciudad de México.

Medio día o dos de la tarde, todo el ritual se hacía en público, desde el maquillaje hasta el último doblez de vestuario. La premisa era simple, "la diosa camina buscando a sus hijos", "hace tiempo que no sabe hablar", ¿como se comunica con cada uno de sus hijos?.

Así hacía tránsitos desde Regina hasta el cruce de Gante y 5 de Mayo, el flujo de transeúntes es constante por lo que el flujo de devoluciones es constante, desde un punto de vista místico diré que ella es de por si atenta a quien la atiende (y para muchos es difícil no atenderla), cuando nadie la ve desaparece "entre las cloacas".
 Cada intervención, seis cuadras, tenía una duración aproximada de 2 1/2 horas, en la que su peso y su volumen es constante; ya que el flujo del movimiento era aparentemente monótono, había que encontrar variaciones sutiles en la calidad de la energía, esas diferencias sutiles se encontraban en las distintas intenciones que Coatlícue puede tener con los distintos transeúntes con los que se haya. Así, cambia su querer hacer a un niño, una señora, un taquero, un policía o una anciana conectada a mangueritas paseando en su silla de ruedas...

Así la tierra ya no solamente se duele y quisiera arrancar los corazones de piedra gris de los ciudadanos para volverlos a mezclar y comenzar la vida otra vez. También tiene esperanza en la risa de los niños, la mirada limpia de un bebé y está dispuesta a recibir en su lecho acariciante a un moribundo.

Quien puede verla se impacta, pero nadie sabe su nombre.



Aquí un video con fragmentos de las intervenciones, (por desgracia fuimos obligados con violencia a donar un disco duro y en él se fueron muchos archivos de esta primer etapa del proceso).


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